Nocicepción y movimiento: una pareja dispareja.


Nocicepción y movimiento: una pareja dispareja

Sabemos desde la universidad que la nocicepción provoca cambios en el movimiento, pero muchas veces nos quedamos en eso. Un claro ejemplo es el reflejo de retirada, que se hecha a andar en presencia de un estímulo mecánico, térmico o químico que activa mecanismos nociceptivos para generar una respuesta a un nivel subcortical (patrón flexor de retirada). ¿Pero qué sucede en niveles superiores en presencia de aferencias nociceptivas? ¿Qué sucede en el caso de fatiga muscular? ¿O en los primeros días tras recibir una contusión? ¿O cuando tenemos una herida en la piel? Interesante ¿no? Y más aún… ¿qué implicancias clínicas puede tener todo esto?.

A través de la provocación nociceptiva experimental se ha comprobado que la nocicepción no genera cambios a nivel periférico (estructura muscular, unión neuromuscular) sino que los cambios se encuentran más bien a un nivel central. Es así como estudios experimentales han señalado que la nocicepción deteriora el correcto reclutamiento motor nivel cortical, a través de una relación nociceptivo-dependiente entre la corteza somatosensorial secundaria y la corteza motora primaria ipsilateral y contralateral al origen de estas aferencias, generando así cierta inhibición de segmentos específicos de la corteza motora. Es interesante mencionar que a medida de que la percepción del dolor nociceptivo se estabiliza, esta inhibición cortical disminuye, lo que nos permite inferir que el control motor muchas veces refleja las variaciones en la percepción de este tipo de dolor.

En los casos de injuría muscular, la activación de vías nociceptivas, provocan la inhibición del músculo lesionado (ya sabemos que esta inhibición tiene un origen central) y de sus sinergistas, facilitando procesos iniciales de curación como lo es la inflamación (sensibilización periférica). Aquí es donde aparece lo que llamamos “compensación”, que no es más que el reflejo del trabajo cortical, que cuenta con la inhibición de ciertos grupos musculares y la activación de otras unidades motoras para mantener la función. Otra cosa importante que ocurre en presencia de aferencias nociceptivas es la modulación que esta genera sobre las aferencias de los husos musculares y órganos tendinosos de Golgi, resultando en una ineficiencia del procesamiento de esta información a nivel central, disfunción que vemos normalmente en la clínica al evaluar la sensibilidad superficial o profunda en nuestros usuarios con dolor nociceptivo.

Por último la nocicepción estimula la hiperactividad del sistema simpático, donde este último ocasiona respuestas vasoconstrictoras en la musculatura implicada, obligando a realizar trabajo muscular en condiciones de hipoxia que pudiese generar mayor nocicepción por la vía metabólica del lactato. 

En términos generales la nocicepción genera cambios importantes en la calidad del movimiento, siendo la causa de la alteración del control motor, no al revés; por lo que se recomienda disminuir las aferencias nociceptivas previo al entrenamiento motor en casos de dolor nociceptivo (OJO DOLOR NOCICEPTIVO, EN EL CASO DEL DOLOR CRONICO, OTRO ES EL CUENTO). Si desea mayor profundidad en el tema y conocer las implicancias clínicas de la influencia de la nocicepción sobre las eferencias motoras revise el artículo que sigue a continuación.

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